En la ponencia-base del proceso asambleario de Lokarri se hace una valoración de la propuesta de convocar una consulta popular que aquí reproduzco literalmente:
La herramienta de convocar una consulta popular no ha salido reforzada del proceso iniciado con la aprobación en el Parlamento Vasco de la Ley de convocatoria de una consulta popular para conocer la opinión ciudadana sobre la paz y la normalización. Esta propuesta ha carecido de un apoyo social claro, entre otras razones porque tampoco ha sido dinamizado e impulsado por los partidos políticos que apoyaron su convocatoria. Por otra parte, la respuesta a la prohibición del Tribunal Constitucional ha adolecido de falta de previsión y ha sido muy errática, lo que ha dificultado nuevamente lograr el apoyo ciudadano. Finalmente, ahora que se acercan las elecciones se percibe incluso un distanciamiento del compromiso respecto a la consulta popular por parte de algunos partidos que hasta ahora han apoyado la propuesta.
Desde el momento mismo en que se presentó la propuesta de convocar una consulta popular hubiese sido necesario articular una movilización social que respaldase la iniciativa. Finalmente, no se quiso o no se supo hacer. Lo que no tiene mucho sentido es que sólo después de la aprobación en el Parlamento se buzoneó un folleto, ya que para entonces era tarde y algunos prejuicios estaban instalados en la sociedad vasca.
El remate vino tras la sentencia del Tribunal Constitucional. Entre recursos a Estrasburgo, manifiestos, cadenas humanas y concentraciones llegó un momento en el que no estaba nada claro cuál era la respuesta a dicha sentencia. ¿Tanto hubiese costado prever la situación y tener preparada de antemano una iniciativa conjunta y consensuada entre los partidos que apoyaban su celebración? A esto hay que sumar el cruce de reproches entre los propios partidos impulsores de su convocatoria. En resumen, como dice la ponencia, la consulta no se ha gestionado bien a nivel social y político, con el resultado de que ahora el apoyo a esta propuesta seguramente sea menor.
¿Opiniones?
Yo también creo que la apuesta por la consulta se hizo con poca convicción. Cuando se lanzó la hoja de ruta que terminaba en la consulta, había una opción deseable, el acuerdo, y una medida de presión, la consulta unilateral (me parece que se le llamo “habilitadora”). Pero como la opción deseable no se produjo, materializar la medida de presión tenía poco aliciente.
Una vez que los jueces prohibieron la consulta, el objetivo prioritario de los partidos fue posicionarse para las elecciones autonómicas que se acercaban. Y la consulta no era un buen activo electoral. Al menos, para los partidos que, como el PNV, aspiran a representar una posición de centralidad en el País. Los festejos que se celebraron en protesta por la prohibición no creo que tuvieran la aspiración de meter demasiado ruido. Y con estos pelos a las elecciones.
La moraleja de todo esto es que los partidos te pueden dejar “colgado de la brocha” en cuanto te descuides un poco. Y, por eso, un movimiento social (o ciudadano, al gusto) debe tener una dinámica propia lo más independiente posible. No digo que en el tema de la consulta hubiera dependencia, pero sí se visualizó, al menos, una coincidencia de estrategias. El fracaso de la consulta podría interpretarse, en cierta medida, como un fracaso de la estrategia de Lokarri. Y, sin embargo, Lokarri no tuvo ni responsabilidad ni control sobre la forma en que se convocó y se gestionó la consulta.
A lo dicho, es fundamental tener y proyectar una dinámica propia.
@Iñaki, lo que comentas es algo que nos ha pasado en anteriores ocasiones. En marzo de 2007 presentamos una propuesta de convocatoria de una consulta y resulta que en septiembre de ese mismo año el Gobierno Vasco presentó su famosa “hoja de ruta”, que tenía un contenido similar en muchos aspectos a nuestra iniciativa. En parte éste es el éxito al que puede aspirar un movimiento social, que sus propuestas tengan reflejo directo en las instituciones y partidos que tienen la responsabilidad de gobernar. A partir de ahí nosotros mantuvimos nuestra propuesta, lo que se tradujo en una imagen pública de apoyo al Gobierno Vasco, porque es muy difícil que la sociedad se acuerde de que nosotros presentamos una propuesta anteriormente. Este posicionamiento ha tenido un coste para nosotros pero lo hemos asumido por coherencia con nuestros planteamientos.
Finalmente, coincido contigo en que hay que tener una dinámica propia, flexible en las maneras de actuar pero firme en los principios. Si este convencimiento nos lleva a que nos vuelvan a ligar con determinadas opciones políticas, asumiremos las consecuencias 😉