Ha llegado a mis manos un interesante documento titulado «Lecciones para los diálogos de paz en Oslo y La Habana«. Sus autores son de prestigio: United States Institute of Peace, Georgetown University, la Universidad de los Andes, CINEP y el Programa por la Paz. Es un texto que me recuerda mucho a uno que Lokarri publicó hace dos años en el que trataba de analizar los errores del proceso de paz de 2006. Hay varios aspectos que me han interesado sobre las lecciones a aprender en el conflicto colombiano y que también nos pueden ser de utilidad.
No levantarse de la mesa hasta llegar a un acuerdo de paz
«Los participantes en la mesa tienen que estar preparados para enfrentar tales provocaciones –ojalá neutralizándolos con anticipación– y sobre todo, mantener su compromiso de no levantarse de la mesa de negociación.»
Es un problema que también nosotros tuvimos en 2006. Sin entrar a responsabilizar a uno o a otro, cuando las conversaciones de Loiola entraron en punto muerto los partidos no volvieron a sentarse. En nuestro caso, sucedió porque las conversaciones eran secretas. Si hubieran sido públicas, como en Stormont, la presión de la opinión pública habría impedido que se levantaran. Presentarse ante la sociedad como el responsable de romper el diálogo tiene un coste muy alto. En el caso de Colombia, se insiste sobre todo en que no se rompan las conversaciones por muchas dificultades que haya. Es un buen punto de partida porque el diálogo necesita de mucha tenacidad y constancia, especialmente en los momentos complicados.
Un acuerdo de paz debe contar con la sociedad civil para ser sostenible
«Es imprescindible encontrar los mecanismos para canalizar la participación de los distintos sectores de la sociedad civil, incluyendo entre otros campesinos, indígenas, afro-descendientes, mujeres, defensores de derechos humanos, desplazados y otras víctimas, y voces regionales.»
Coincido totalmente en dos aspectos que se plantean en este apartado:
1- La participación ciudadana es un requisito indispensable para garantizar el éxito de un proceso de paz. En muchas ocasiones se olvida que el destinatario final de los resultados de un proceso de paz es la propia ciudadanía. Es importante que la sociedad sienta como suyos esos resultados, lo cual no es posible sin que la propia sociedad haya tenido un espacio de participación claro en la definición de los contenidos de un proceso de paz.
2- Un proceso de paz requiere de inclusión, no solo de todas las opciones políticas, sino también de todos los sectores sociales. En demasiadas ocasiones se han hecho procesos de paz entre élites, o marginando a importantes espacios de la sociedad, cuando un proceso de paz debe tender a intentar incorporar a todos.
La sociedad civil debe mantener su autonomía en el proceso
«Ni el gobierno ni la guerrilla representa a (o puede hablar en nombre de) todos los actores de la sociedad civil»
Recientemente un experto que está implicado en el proceso de paz de Colombia, Kristian Herbolzheimer, me comentaba que la propuesta de las dos mesas desarrollada en Euskal Herria ha sido muy innovadora. Esta idea propone que ETA y los gobiernos hablen solo de los temas que les competen (armas, desmantelamiento, presos) mientras que las cuestiones políticas son competencia exclusiva de las instituciones, los parlamentos, los partidos y el conjunto de la ciudadanía.
Esta idea para Colombia va en la misma línea, tratando de evitar que el gobierno y la guerrilla se arroguen el diálogo y los acuerdos sobre todos los temas, dejando a los partidos y a la sociedad civil un papel residual.
El documento recoge muchas más lecciones aprendidas y por aprender. También creo que nosotros podemos extraer algunas que nos pueden ayudar en nuestro proceso de paz.
Nota: os recuerdo que estamos impulsando un manifiesto para apoyar el proceso de paz en Colombia que os animo a firmar.
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