Ha llegado a mis manos un interesante documento titulado «Lecciones para los diálogos de paz en Oslo y La Habana«. Sus autores son de prestigio: United States Institute of Peace, Georgetown University, la Universidad de los Andes, CINEP y el Programa por la Paz. Es un texto que me recuerda mucho a uno que Lokarri publicó hace dos años en el que trataba de analizar los errores del proceso de paz de 2006. Hay varios aspectos que me han interesado sobre las lecciones a aprender en el conflicto colombiano y que también nos pueden ser de utilidad.
sociedad
La experiencia Glencree (III): no es un deber de las víctimas, es un deber de la sociedad
El pasado 16 de junio víctimas plurales dieron a conocer los resultados de la denominada iniciativa «Glencree». Desde el año 2007 un grupo de personas que ha padecido vulneraciones de Derechos Humanos ha venido desarrollando una actividad para compartir experiencias, conocerse mutuamente y reconocer al otro «superando las barreras y estereótipos».

La iniciativa representa una poderosa imagen de empatíaentre personas a las que une haber «sufrido una violencia radicalmente injusta» y haber «padecido la negación, el olvido o el abandono por parte del perpetrador». Subrayan que han sido capaces de llegar a «esta conciencia compartida escuchando al otro, dialogando y buscando el encuentro». Es más, no se limitan a mirar hacia el pasado sino que muestran una voluntad de compromiso hacia la sociedad subrayando «nuestro deber hacia los demás».
Saltando los muros de incomunicación
«Hay que saltar el muro y empezar a hablar con los otros». Es una frase que resume perfectamente cuál debe ser el camino para abordar el proceso de paz y mejorar la convivencia. Es lo que sostiene uno de los participantes en el seminario sobre justicia y convivencia organizado por la Universidad de Deusto. Precisamente, este seminario fue capaz de conseguir que personas de muy diferentes procedencias e ideología hablaran, escucharan y debatieran sobre este tema tan importante en el nuevo escenario abierto tras el final de la violencia de ETA. Fue muy útil, como señala Javier Elzo.
Los medios de comunicación han destacado el hecho de que coincidieran en el mismo espacio Maite Pagazaurtundua o Jone Goirizelaia. Más allá, también hubo mucha pluralidad. Sinceramente, en pocas ocasiones he tenido la oportunidad de escuchar opiniones tan diferentes en un ambiente relajado y respetuoso como el que ofreció la Universidad.
No puedo compartir mucho sobre el contenido del seminario. El compromiso de todas las personas participantes era ser discretos para facilitar que se pudiera hablar con tranquilidad. En cualquier caso, las víctimas, los presos y la aportación de la sociedad fueron los tres pilares sobre los que giró la conversación.
El contexto de la reunión marcó mucho las intervenciones. El plan de reinserción del Gobierno, la experiencia de Nanclares, el reciente comunicado del EPPK, las contradictorias noticias sobre el final de los encuentros restaurativos y la manifestación de Voces contra el Terrorismo exigiendo el cumplimiento íntegro de las penas estuvieron presentes durante toda la jornada.
El contenido del seminario evidencia que aún hay muchos disensos sobre estos temas pero también que hay grandes oportunidades para ir avanzando en los consensos. El simple hecho de que hayamos sido capaces de estar juntos una mañana entera, de hablar con respeto, de escuchar atentamente, invita al optimismo. Tenemos que seguir saltando los muros de incomunicación, prejuicios y desconfianza que hemos construido estos años. Espero que este encuentro sea el primero de los muchos que necesitamos para construir una convivencia inclusiva.
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