Comentaba el otro día mis impresiones sobre la convocatoria del segundo homenaje a las víctimas, que se celebró ayer domingo, 18 de mayo. (podéis leer aquí la crónica de El Correo) Quiero comentar alguna de las cosas que he podido leer en esta crónica:
El ambiente estaba caldeado por la moción respaldada por el tripartito, Aralar y la izquierda abertzale que acusa al Gobierno de amparar a la Guardia Civil y a la Policía frente a las denuncias por torturas. Incluso, el presidente de la asociación catalana de víctimas, Roberto Manrique, entregó personalmente una carta a Ibarretxe para expresarle su malestar.
En la nota de prensa que hicimos pública desde Lokarri anunciando nuestra participación en el acto comentábamos que la deslegitimación de la violencia tiene su base en la defensa integral de todos los Derechos Humanos de todas las personas. Viendo lo descrito por la noticia y pese a mi amistad con Roberto Manrique, quiero afirmar que ambas cosas no están reñidas porque la verdadera deslegitimación de la violencia pasa por denunciar todas las vulneraciones de Derechos Humanos. Este fin de semana he podido leer que alguien comentaba (no recuerdo quién; es lo que pasa por ller 6 periódicos los domingos) que esa moción daba alas a ETA. Pues no, lo que da alas a ETA es tratar de combatirla con medios ilicitos y precisamente, lo que le quita toda justificación a ETA, es deslegitimarla con herramientas exclusivamente pacíficas y democráticas.
(Maixabel Lasa) Tras expresar su preocupación por el riesgo de que la «resignación» ante el paisaje de «coaccción, escoltas y falta de libertad» que sigue dibujando ETA convierta a los vascos en un «pueblo indolente»,
Hay que tener cuidado con este tipo de expresiones. La sociedad vasca ha sido muy activa en defensa de la paz y los Derechos Humanos. Parece que en la frase flota un reproche que además no ayuda en nada a las víctimas, que tienen que salir de esa espiral del «nadie me entiende ni me apoya». Seguro que el respaldo que se presta no es suficiente pero tampoco se puede generar un complejo de culpa en la sociedad, quién precisamente no es la principal responsable en todo lo que está ocurriendo.
Lasa se esforzó en trazar una nítida línea divisoria entre el final del terrorismo -que llegará, dijo, mediante la aplicación «justa y escrupulosa» de la ley- y los logros políticos, que deben ceñirse al ámbito del diálogo entre partidos. Mezclar ambos planos no sólo «pervierte» la democracia, dijo, sino que convierte a ETA en «notario» de la situación y «condena» a las víctimas a enfrentarse «dramáticamente al sinsentido de su dolor».
Estoy completamente de acuerdo pero esta frase, si se mantiene la idea, también sirve de argumento para defender que el diálogo político también es posible aún con ETA actuando, algo que niegan un buen número de partidos y representantes políticos. Me apuesto una cena a que precisamente Zapatero le dirá a Ibarretxe que dialogar con violencia no es posible.